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El tipo de nombres que se usan para los archivos varía de un sistema operativo a otro. La longitud de los nombres puede ser variable. Muchos sistemas operativos permiten añadir una o más extensiones al nombre de un archivo. Dichas extensiones se suelen separar del nombre con un punto y sirven para indicar al sistema operativo, a las aplicaciones o a los usuarios características del contenido del archivo. Habitualmente las extensiones son significativas sólo para las aplicaciones, pero existen casos en que el sistema operativo reconoce y da soporte específico a distintos tipos de archivos según sus extensiones. Windows no es sensible a las extensiones de archivos, pero sobre él existen aplicaciones del sistema (como el explorador) que permiten asociar dichas extensiones con la ejecución de aplicaciones. De esta forma cuando se activa un archivo con el ratón, se lanza automáticamente la aplicación que permite trabajar con ese tipo de archivos.
Los archivos pueden estructurarse de formas distintas, tanto en el ámbito de usuario como del sistema operativo. Desde el punto de vista del sistema operativo, algunos archivos (como los ejecutables o las bibliotecas dinámicas) deben tener una cierta estructura para que su información pueda ser interpretada. Desde el punto de vistas del usuario, como una lista de caracteres y desde el punto de vista de algunas aplicaciones como por ejemplo un compilador, un archivo de biblioteca está formado por una serie de módulos acompañados por una cabecera descriptiva para cada módulo.
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